La muerte…

La muerte…


¿Acaso el propósito de la vida era la muerte?

Quizá el propósito de la vida no era la muerte,

Sin embargo, al saber el rumbo que tomaría el mundo:

Era mejor morir en algún momento.

¿De qué se pierde el ser humano cuando muere?

De la fiesta, del sexo, de los paisajes, de las risas,

Del amor en general, de los alimentos, de la música,

De todos los placeres, de todo lo bueno para no extenderme.

¿Y de qué más se pierde?

De ver morir a otros, del sufrimiento, de lo que no sale bien,

De la felicidad efímera, de las enfermedades,

Del deterioro de nuestro ser,

De los conflictos del mundo, de las persecuciones,

De las amenazas y el desagradecimiento,

De la gente desquiciada y burlona e ignorante.

De trabajar y de morir y de no saber para quién.

De hacer un imperio que caerá con otro,

De dejar un legado dizque para no ser olvidado,

¿Pero será suficiente dejar un buen nombre?

Estamos en una vida sin sentido, sin propósito,

Y quien diga que tiene sentido y propósito:

Es porque se conforma con esta pésima realidad,

Y lucha en ella y contra ella y vive y muere todos los días y noches,

Hasta poder morir de verdad.

Y está en una constante supervivencia,

Ricos y pobres, todos en la misma situación,

Unos cuidando de su riqueza que los hace codiciosos y avaros,

Y otros intentando salir de la pobreza en que se ha nacido,

Y con la falsa propaganda de que se puede ser rico,

Y ser exitosos y morir después, tremendo propósito de vivir,

Tremendo éxito. ¡Qué envidia! “¡La realización del ser humano!”

Pienso que escribir esto es más placentero y liberador que lo anterior,

Porque empieza a cobrar sentido la muerte.

Este mundo no es un paraíso, aunque tiene sus fachadas,

Pero no es el entorno, es el sistema,

Es la fundación del mismo, sobre bases flojas, sobre las bases de la mentira.

Nosotros vivimos engañados y autoengañados,

¿Qué sigue después? Algunos creen que se van para el cielo,

Otra mentira más. Y otros dicen que para el infierno eterno.

En realidad la muerte es el alivio, el descanso,

Un vaso con agua en el desierto con sol,

Donde poco a poco con la muerte la piel se desvanece, se evapora,

Donde ya no se respira porque no es necesario,

Ya no se piensa, ya no sé es feliz, ni tampoco se sufre.

Donde con la dulzura del tiempo los huesos se vuelven cenizas, polvo,

Porque Jah supo que nos era mejor morir desde que el mundo perdió su verdadero propósito, 

Tan Misericordioso que nos dio la muerte no por pecado, sino como un don,

Porque vivir eternamente en un mundo tan devastador sería amargo,

Y con una humanidad tan inmisericorde, valía la pena la muerte:

¡Vale la pena morir!


Atentamente: El Escribidor de La Loma del Diamante.


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