Mi tío Sebastián León López…

Mi tío Sebastián León López…

Mi tío Sebastián León López, me enseñó las tablas de multiplicar antes de yo ingresar a hacer tercero de primaria en el Colegio Rueda Lineros aquí en Torices, por allá en el 98. Me enseñó muchas cosas más, como ver la vida desde una perspectiva sin afanes. Era mamador de gallo, a veces en mis escritos se nota un poco de su influencia en el humor, ese fue el humor que aprendí de mi tío el Viejo, como le decían en la Loma del Diamante, pienso que ese ha sido el aporte de él en mi vida, un aporte interesante, de hecho mi libro "Sin Título" tiene mucho de su irreverencia, su sarcasmo mordaz a la hora de bromear, así como "Albastardo", de hecho, esos títulos de mis libros irreverentes que a veces elijo tienen mucho de su influencia en realidad, quizá a veces vulgar, pero también a veces fino, obviamente con el cultivo que yo le he dado a las letras, aunque a mi tío también le gustaba leer; alguna vez en el colegio, por allá en tercero de bachillerato, en el 2003, me mandaron a leer "Relato de un Náufrago" de Gabriel García Márquez, él se lo leyó en un dos por tres y me dio su apreciación, prácticamente la mayor parte de mi niñez me crié con él. Le ponía apodos a los amigos o conocidos, por ejemplo, hay un señor que se llama Adolfo, y tenía una fábrica de raquetas aquí en Torices, entonces mi tío, como no se recordaba de su nombre, le endilgó "Juancho Raqueta", hace como 40 años o más, y todavía es la hora y muchos creen que su nombre es Juan y que por eso le dicen Juancho, hasta yo hace poco me enteré porque el mismo señor Juancho Raqueta me dijo que su verdadero nombre es Adolfo, hasta le ha servido porque así pasa de incógnito.

 

A mi tío le gustaba leer periódicos, llenar crucigramas, jugar softbol, de hecho fue entrenador de softbol, también jugaba dominó, ludo, cartas, y más, alguna vez jugamos ajedrez pero no era lo de él. Veíamos películas juntos y hacía unas natillas bien bacanas de la clásica maizena en una olla, la metía en la nevera y esperaba que cuajara y me daba la mitad, también hacía unas carnes guisadas bien sabrosas. Era tremendo personaje. Nació el 21 de Junio de 1951, y el día de su muerte no me quiero acordar, pero sé que duró como 56 años, y fue en el mes de Febrero, ya no me acuerdo si fue antes del 10 de Febrero o después, pero fue para los días en que yo cumplía años... A pesar de ser mamador de gallo, cuando hablaba con seriedad era bastante culto, refinado, con una personalidad agradable, y cuando daba consejos se le sentía el corazón... Recuerdo que alguna vez en el mundo hubo un eclipse de sol, y yo era un niño, fue a finales de los años noventa, y mi tío cuando se oscureció totalmente el cielo me dijo: “¡Nojoda, corre, qué se va a acabar el mundo!” Era recochero, para dónde carajos iba a correr si se acababa el mundo. También, para esos mismos años, una vez que en el Playón del Papayal se formó una pelea con las autoridades, porque había un señor que quería despojar de sus lotes a la gente, y que no quiero mencionar a ese man aquí porque se daña este precioso escrito, se nos daña el día o la noche enseguida, bueno, total, que en el Playón se formó una pelea, la Policía con la comunidad tirándose piedras, y luego, la institucionalidad o alcalde del momento, mandó un helicóptero para atentar contra la población en Chambacú, porque para uno todo eso es Chambacú, algo de lo que fui testigo siendo niño, sin embargo, quizá mi tío observando que los niños veían tanta violencia, lo que mejor se le ocurrió fue decir: “¡Nojoda, corran que vienen pa’ acá arriba! (Es decir, a la Loma del Diamante)”, y así todos corrimos para nuestras casas, no obstante, y a pesar de su intento, es un recuerdo no grato para mí lo observado en ese instante. Y bueno, sus últimos años de existencia, lo noté bastante meditabundo cuando observaba el horizonte, era un Filósofo de la vida en realidad.

Atentamente: El Escribidor.