Cuento: La Fábrica...
La Fábrica
La fábrica ya no es como antes. Antes tenía casi doscientos
operarios, entre mujeres y hombres conocedores del arte de la sastrería. Antes
era: hace como sesenta años. Es que antes no había tanta competencia como
ahora. Actualmente la fábrica parece un lugar del viejo oeste de los Esclavos
Unidos. Las máquinas de coser están oxidadas, hay que hacerles mantenimiento,
no dejan de ser una reliquia, porque como esas máquinas: no vienen más. La
fábrica tuvo su auge, como todo, todo tiene un cuarto de hora, muchas empresas
contrataban con la fábrica para la confección de sus uniformes, tanto empresas
de la ciudad como de otras ciudades. Tuvo y sigue teniendo prestigio a pesar.
Actualmente hay mucha gente que se dedica a lo mismo, pero más allá de hacer lo
mismo, existe la antigüedad y la marca, porque la experiencia no se improvisa,
esa es la ventaja que tiene la fábrica. Se generó bastante empleo en aquellos
tiempos, todavía se genera, no al nivel de antes, pero se hace todo lo posible
para generarlo. Muchos quisieran tener el sueldo que produce la fábrica
mensualmente, es que la fábrica no produce miles de millones actualmente como
se quisiera, pero sobrevive a este sistema que cobra miles y miles de pesos al
pequeño empresario en impuestos, para que se lo terminen robando el parasitismo
de la politiquería, pero que exonera al gran capitalista, que tiene un gran
monopolio y oligopolio.
Sin embargo, la fábrica no deja de ser un lugar interesante, en
ella se siente una tranquilidad, a pesar de la máquina de coser que sigue
sonando para realizar algún uniforme, esa máquina de coser dominada por la
Afrocolombianía, oriunda del Pacífico, que vino a vivir al Caribe desde hace
mucho tiempo, y que en la fábrica la emplearon cuando estuvo en su apogeo, la
fábrica. Allí aprendió el arte de la sastrería, y con eso se defiende
diariamente, cuando en la fábrica no hay nada que hacer. A veces se lamenta la
Afrocolombianía, y dice que quisiera ver la fábrica nuevamente en su plenitud,
para ella tener un empleo estable. Porque cuando no hay nada que hacer en la
fábrica, ella vive de pequeñas cosas que le mandan hacer gente cercana, de
marañas, o como diríamos en el lenguaje cotidiano: del rebusque.
Ya la fábrica no tiene la fuerza para hacer las botas
industriales como antes las hacía, ni los uniformes, hace una que otra maraña,
porque no tiene el personal de antes, y tampoco el capital suficiente, y con
estos impuestos que cobran hasta un ojo de la cara, la fábrica mejor se
conforma con una producción prudente, porque ahora con las extorsiones que
hacen, y los secuestros, pues, es mejor así.
Lo que sí hace la fábrica es estampar, porque a eso no hay que
invertir mucho dinero. La confección sale más barata realizándola con otras
fábricas que se dedican específicamente a lo que la fábrica necesita, eso sí,
la fábrica envía al otro colega la tela que solicita el cliente, y por
experiencia, ya la fábrica sabe cuántos metros de tela debe enviar para la
realización de cierta cantidad de uniformes. Así también las botas, y zapatos,
y todo lo que antes la fábrica hacía, porque así sale más barato, y no es tanto
eso, porque así se quita la fábrica una cantidad de problemas emocionales,
porque tener una fábrica y dirigir personal no es cualquier maricada, eso tiene
su costo emocional y de tiempo, y si el cliente no queda satisfecho, entonces
la fábrica tiene que discutir con el cliente, y si el cliente gana el debate,
entonces la fábrica tiene que perder, sin embargo, la experiencia de la fábrica
no se improvisa, porque también hay clientes conchudos y que se las quieren
tirar de avispa'os, entonces toca aplicarles lo que no enseña la universidad,
sino que la experiencia. Por lo general, o mejor dicho, la fábrica nunca
pierde, si la fábrica reconoce algún error, la fábrica arregla el error, no se
pierde dinero, pero se pierde un poco de tiempo que se pudo usar en otra cosa
que le diera producción a la fábrica, parece que se perdiera dinero porque se
pierde tiempo, pero en verdad, se gana, porque esos errores son lecciones que
las universidades no enseñan, todo lo que se sabe en la fábrica no se aprendió
en ninguna universidad, la fábrica como tal ya es una universidad. Entonces, se
arregla el problema, a veces hay clientes que siguen poniendo peros, porque son
clientes que también son empresarios, y los empresarios siempre quieren las
cosas más baratas, porque entre más baratas se las den, más ganancias
adquieren, así sean cien pesos, porque de cien en cien se hacen miles de
millones. Por eso cuando el cliente es otro empresario, es más difícil la cosa,
buscan mucho pero: que el hilo está torcido, que esta camisa no parece talla
'L', que este pantalón tiene un color raro. Mejor dicho, eso ponen una cantidad
de peros. Entonces la fábrica le da respuesta a todos esos peros, porque la
experiencia no se improvisa, y se le explica porqué el hilo va así, porqué el
pantalón tiene ese color, y que la talla de la camisa es el estándar que se
maneja internacionalmente, y que ya hacer talla especial tiene otro precio.
Para que vean ustedes que la experiencia no se improvisa.
Los mejores clientes que no ponen tantos peros, son la gente del
común, aunque no compran cantidades, pero si llegan cincuenta clientes, son
cincuenta objetos que se venden, eso va sumando. Los empresarios son buenos
clientes, porque esos hacen pedidos grandes, de hasta más de doscientas
prendas. Bueno, como pueden observar, la fábrica sobrevive, ayuda al Estado a
mover la economía, porque como la fábrica hay muchas otras que sobreviven de la
misma forma, y eso va sumando a la economía del país, si las unimos a todas
podemos concluir esa deducción.
Me gusta la fábrica, estoy empleado en ella, sobre todo porque
soy familia de la fábrica, y estoy aprendiendo en ella muchas cosas que no se
aprenden en la universidad, porque así como nacen los Filósofos y Poetas, así
nacen también los empresarios. Porque hay gente que estudia para aprender hacer
una fábrica y le cuesta trabajo, pero hay gente que no estudia para hacer una
fábrica, y hacen una fábrica, y contratan a las personas que estudiaron para
aprender hacer una fábrica. Como esos que estudian dizque para ser escritores y
poetas, y nunca pueden hacer un libro y un poema, entonces más bien se dedican
a estudiar los estilos de quienes nacieron para ser escritores y poetas. Y así
pasa con las fábricas, porque la experiencia no se improvisa.
Lo que me atrae de la fábrica, es su recinto fantasmal, parece
un barco navegando, pero en verdad nunca zarpa, está ahí, por eso tiene mucha
magia. Además que sus ventanas son grandes, y dan un gran toque a la fábrica
cuando se abren. Mi nombre es Melquisedec, hago distintas labores en la
fábrica, seguramente seré socio de la fábrica en algún futuro, en la fábrica me
dicen: el primo.
La entrada a la fábrica es a las ocho de la mañana, pero yo
siempre llego a las nueve, no me despiden porque yo soy el primo, además que yo
me tomo mi tiempo, y tengo que esperar el bus, como no es tan lejos le doy al
esparry mil pesos, y me ahorro mil trescientos pesos, esos los voy guardando en
una alcancía, algo se aprende de la fábrica, entre más barato consiga uno las
cosas, más ganancia tiene, sin embargo la trayectoria en bus hasta la fábrica
no es muy lejos, aunque a veces el primo mayor me recoge en su carro para que
llegue a las ocho y no a las nueve, porque el tiempo es oro, entonces cuando me
va a buscar se manda el desayuno, una papa y una gaseosa. Pero cuando no me
recoge, yo llego a las nueve a la fábrica, porque a veces mi mujer quiere que
la pechiche, entonces uno debe consentirla, porque si uno no la consiente,
entonces viene otro y hace el trabajo que a uno le corresponde; cosa parecida
ocurre cuando la mujer de uno no lo pechicha a uno como debe ser, viene otra y
entonces hace con uno el trabajo de ella, aunque eso todavía no ha ocurrido en
mi caso, lo digo por experiencia de otros.
Entonces llego a veces a la fábrica con ganas de dormir, así que
me espera la novia del primo con un café tinto, me tomo varios y enseguida me
despierto más. Cuando llego, está la novia del primo, porque ella es la que
abre la fábrica, por eso el tinto siempre está listo, bueno, casi siempre,
cuando el tintero pasa por la fábrica antes de que yo llegue, porque una
fábrica sin tinto, es una fábrica que no debería llamarse fábrica. A veces
hasta yo llego antes del primo, y me pongo a laborar, hacer diligencias en el
mercado, a barrer, a trapear, aunque cuando llego la novia del primo ya ha
barrido y trapeado, por eso llego a las nueve, no mentira, mamando gallo, ¡tú
no respetas Melquisedec! Bueno, también hago inventario, estampo, estoy atento
a los pedidos, colaborándole a la novia del primo, pero lo que más me gusta
hacer es diligencias, y cuando vamos en el carro más todavía, sobre todo con el
primo menor, que está estudiando para administrar la fábrica en un futuro, yo
le digo que ponga un concesionario de carros, o una fábrica no de ropa, sino de
carros, porque le gustan mucho los carros, el primo mayor a veces lo regaña,
que cuando deje de pedir tanta plata y haga plata piense en carros, mientras
no, pero bueno, es una manera de entrenarlo. Entonces el primo menor y yo vamos
hasta el mercado por toda la avenida, para hacer negocios con otros
comerciantes, pero en la trayectoria el primo menor, como es el que maneja
porque yo no sé manejar, le pita a todas las mujeres que ve, algo le sacó a su
padre, bastante enamorador y mujeriego, hasta a las malucas les pita para
tirarles un piropo, hasta yo le ayudo a enamorar, pero que mi mujer no se
entere porque me casca y después no me quiere ver, demasiado celosa. Hasta el
primo menor tiene una novia, y dice que la ama, que enamora a otras pero para
mamar gallo no más, para no aburrirse durante la trayectoria hasta el mercado,
porque en el día hace tremenda calor si es que no llueve, y con ese tráfico y
la gente haciendo bulla, mejor dicho, eso es una locura.
Los grandes clientes del primo mayor me preguntan que si yo soy
su hijo, porque definitivamente nos parecemos bastante, hasta cuando hablamos y
todo, ese primo es un personaje en la ciudad, tanto así que le pusieron el
nombre de un tipo que sale en una película de mafiosos. Aunque ya está quieto,
hasta con las mujeres está medio quieto, para ser hombre de una sola mujer.
Porque ya llegó a la tercera edad. Pero en su juventud era el terror de la
ciudad, andaba metido en todas las caletas de esta metrópolis, no había jíbaro
que no fuera amigo suyo, y se metía con su camioneta lujosa y nadie se metía
con él, le gustaba la velocidad y ponía la camioneta a dar vueltas en el aire,
y hacía tiros y la policía ya lo conocía. ¡Qué locura! Como dice él. Pero sus
hijos son todo lo contrario, por lo menos sus hijos varones. Definitivamente
como dicen sus clientes, nos parecemos bastante, hasta en la sonrisa, por eso
será que el primo me tiene mucho aprecio.
Con un gran capital podemos hacer resurgir de las cenizas a la
fábrica, pero más que un gran capital, se necesitan las ganas, para ver si
hacemos que ese barco zarpe y se vaya bien lejos, y le dé la vuelta al mundo.
Yo tengo las ganas, solamente que me pongan a gerenciar la fábrica ¡para que
veas tú cómo es que se dirige un barco por tierra! Alguna vez gerencié la
fábrica por dos días, ¡vaya mamar! El gerente Melquisedec. Casi que vendo toda
la mercancía, un día más y hubiera tocado hacer un gran pedido a los
proveedores con urgencia. Ahí fue donde me di cuenta que yo sirvo para
empresario, y para dirigir una ciudad, un departamento, un país.
Cuando llega la hora del almuerzo yo me pongo contento, ¡a quién
no le gusta almorzar! Como dice el primo mayor de que la hora del almuerzo es
sagrada, tanto para una empresa, como para un empresario. Entonces la novia del
primo que es su secretaria a la vez, también considera sagrado el momento del
almuerzo, sin embargo a veces sale un negocio a la hora del almuerzo, y me dice
que si esa gente no almuerza, o a veces el primo mayor llama urgente porque
saldrá un buen pedido para la fábrica, por ende no puede dejar ir los pesos que
van a entrar. Sin embargo, a veces se almuerza corriendo, cosa que a mí no me
gusta porque me da cagalera después, no se hace buena digestión, y al primo
mayor como que le ha dado cagalera cuando almuerza con prisa, por eso dirá que
el almuerzo es sagrado, pero a veces lo sacrifica.
Entonces yo me como mi almuerzo con sabrosura. Siempre se hace
un encargo con una muchacha que vende almuerzo por el sector, ella lo lleva a
domicilio. La novia del primo a veces lleva su almuerzo, pero cuando no,
también hace el pedido a la muchacha, pero cuando sí, entonces lo comparte conmigo,
y yo me como mi almuerzo y parte del almuerzo de ella, porque ella dice que no
come mucho. Todos los días pido sopas de pesca'o, porque con todas las energías
que se gastan, uno debe comer pesca'o, que tenga bastante fósforo y hierro.
Entonces la muchacha le da risa que yo pida sopa de pesca'o para estar bien
activo, y empezamos a mamar gallo, más coqueta que el carajos, y buenísima que
está, ¡Hágame el favor! ¡Dios mío, no me dejes caer en la tentación! ¡Porque yo
soy un hombre comprometido! ¡Aleja todos esos malos pensamientos! Y le digo a
la novia del primo y me dice: "¡Te va a joder tu mujer!" Y yo le digo
que yo soy un hombre de una sola mujer, y que me tiene traga'o. Entonces me
dice: "¡Qué va! Tú eres lo mismo que tu primo, no se conforman con una
sola mujer, mujeriegos que son todos ustedes, porque tú le tapas a tu primo,
ustedes se tapan entre ustedes", y yo le digo que deje la calumnia, que
nosotros somos leales y fieles, y que ya el primo está juicioso, no tengo nada
que taparle.
Y después del almuerzo viene el reposo, a veces me pongo a leer
mientras me reposo, dicen que no es bueno leer mientras el organismo hace
digestión, pero yo de todas maneras leo, por eso será que a veces al ratico me
dan ganas de cagar. Y si no me pongo a leer, me echo un sueño, porque a veces
en las mañanas antes de llegar a la fábrica me quitan toda la energía, y por
eso llego a las nueve, un día llegué a las diez, y el primo mayor estaba
emputa'o, porque a las nueve era pasable, pero ya a las diez no, porque cuando
viniera a ver iba a llegar a la hora del almuerzo. Entonces me echo mi sueño de
medio día, y también sueño que estoy haciendo algo en la fábrica, y escucho a
la novia del primo hablando cháchara por el teléfono con los pies subidos al
escritorio, mejor dicho, la hora del almuerzo es una hora fundamental. Y si no
leo o no me duermo, la novia del primo me empieza hablar del primo, ese es el
tema diario: el primo. Está bien tragada, a veces en chistes me dice alcahueta,
y yo enseguida me acuerdo de la teoría del chisme, digo, la teoría del chiste
de Sigmund Freud. Así que yo también salgo con mi sarcasmo, porque el primo se
va para su apartamento a encontrarse, digo, se va almorzar todos los días a su
casa y se echa su sueño, por eso dice que el almuerzo es sagrado. Entonces a
veces me lleva almorzar a su apartamento, y la novia se emputa, que por qué la
dejan sola en esa fábrica, y él dice que ahí queda la Afrocolombianía, porque a
veces ella va hacer marañas en la fábrica, entonces la novia del primo dice que
qué puede hacer la Afrocolombianía si se mete un ladrón, se la roban a ella
también. Así que cuando el primo me lleva almorzar a su casa, dice su novia que
el primo va feliz, que quién sabe qué putas nos estarán esperando en el
apartamento, que yo soy un alcahueta, y el primo le dice que respete, que
cuáles putas, que allá está es su hija. Mejor dicho, eso es una paranoia o
incertidumbre, porque el primo en un tiempo tuvo mujeres por pilas, eso hacían
filas, pero esos fueron tiempos históricos, porque ya el primo no es como
antes, la vejez no viene sola, y como dirían unos amigos de la tercera edad: en
la vida uno se muere dos veces.
Estando en la fábrica me llama mi mujer, ella cree que yo tengo
más tiempo que ella, por eso me llama cuando estoy en la fábrica, en hora del
almuerzo, o en horas de la mañana, porque piensa que yo me gano la plata fácil,
sentado, sin hacer nada, y que el primo por ser mi primo me paga sin hacer
nada. Pero ay que yo la llame en horas del almuerzo o en horas de la mañana,
ahí sí soy yo un desconsiderado, ¡qué vaina jodida! Definitivamente las mujeres
quieren volver a uno loco. Sin embargo yo contesto, y me pregunta que si yo
estoy ocupado, ¡qué tal!, si estoy en el trabajo, ¿qué puedo estar haciendo?,
jugando a cartas, ¡será! Pero bueno, yo digo que no, porque si digo que sí,
entonces dice que yo no tengo tiempo pa' ella. A veces me dicen: "¡Por ahí
vi a tu mujer!" Y yo no puedo creerlo, porque yo siempre he sido un hombre
libre.
Entonces salgo a veces con el primo mayor para hacer
diligencias, nos vamos en el carro y nos ponemos hablar de la familia, de los
negocios, de las deudas, de política, de las mujeres, y llegamos a la
conclusión de que las mujeres todas son muy parecidas, que son un mal
necesario, sería chévere encontrar una mujer que piense como uno, y que lleve
la vida suave como uno, porque una mujer histérica le quita la tranquilidad a
uno que es un hombre pacífico, y es entonces cuando le vienen todas las
enfermedades a uno, el primo dice que él las manda a la mierda, ya con toda la
experiencia que tiene, no creo que se estrese tanto por mujeres. Pero de que
hay mujeres pacíficas las hay, y no es que sean mujeres frustradas, lo que pasa
es que son mujeres que no se dan mala vida, que no se ahogan en un vaso de
agua, que no convierten la vida en un problema diario, aunque hay mujeres que
ya tienen la mala costumbre de tener problema diario, y si no han discutido en
el día no son felices, entonces ese día están más amargadas y obviamente,
terminan discutiendo, ¡qué karma! Y dice uno: “¡Dios mío qué me has
hecho!"
Y decimos que a veces es mejor estar solo, que mejor es hacerse
la paja, que es hasta más sabrosa, y no exige tanto ni expecta tanto, y no
tiene uno que rogarle un día o una noche que esté la luna llena y amanezca con
locura, porque Manuela siempre está disponible, no engaña, es más leal que el
carajos, hasta la muerte, "¡qué viva Manuela!" Así decía el primo, y
yo decía: “¡Qué viva!"
A veces toca hacerle mantenimiento a la fábrica, entonces parte
de mi trabajo es ayudar a conseguir a los albañiles, o plomeros, o
electricistas, entonces contáctamos a estos señores para que nos colaboren con
su arte, y le recomiendo un conocido mío que es albañil, pero es de los
albañiles que se les moja la canoa, y el primo no podía creer que hubiera un
albañil que se le mojara la canoa, primera vez en la vida que veía eso.
Entonces él decía que su orientación sexual no importa, que lo importante es
que trabaje bien y cobre barato, porque entre más barato cobre, más capital le
queda a uno para invertir, y además de eso, que no fuera a picar el ojo delante
de la novia, que es la secretaria, porque con lo celosa que es, entonces la
novia lo escuchó y dijo: "Bueno, no tiene nada de raro, hay hombres que
después de viejos se vuelven cacorros." Y el primo le decía: "Pero
ese no es mi caso mija." Y yo para que no fueran a pelear decía:
"¡Todo eso es amor!" Entonces se reían los dos, y ella decía:
"¡Ya el amor se acabó!" Y el primo contesta: "Eso está bien:
¡Amén! ¡Gloria a Dios!" Entonces decían que yo era carbonero, luego me iba
a buscar algo a la bodega de la fábrica y cuando regresaba los veía dándose
besitos y pechichándose, y yo decía: "¡Puro amor! ¡Puro amor!"
Por allá por la fábrica pasa un personaje que vive en la calle,
que le dicen el Tarántula. Parece del Valle del Cauca o de Antioquía, como que
hizo alguna jugada rara en su lugar de origen y se vino huyendo para el Caribe
colombiano, puede medir de estatura un metro con cincuenta y cinco centímetros.
Le dicen el Tarántula porque se sube por las paredes en horas de la noche,
cuando ya todas las fábricas de la avenida están cerradas, entonces se mete en
alguna de ellas y se roba lo que encuentre. El Tarántula roba hasta de día, se
mete por el pasillo de la fábrica, sube las paredes y se roba los focos. Un día
le dije que él era un roba focos, y me dijo que respetara, que el que me
escuchara iba a pensar que él es un ladrón, me dijo que dejara la calumnia, que
él no se pega de un foco, el muy sinvergüenza pone la boca dura. El Tarántula anda
todo harapiento, hediondo, porque no se baña mucho, y drogado, anda mirando
para el suelo para ver qué se encuentra, a veces usa un zapato diferente en
cada pie, a mí me da vaina, porque por lo menos yo tengo ropa, un lugar donde
vivir, donde bañarme, donde trabajar, donde comer, y no meto vicio. A veces lo
veo por la calle y me saluda, me pide plata, y le pregunto que si para fumar, y
me dijo sin pensarlo que sí, y después le dije que si bazuco, y me dijo que no,
que respetara, que él ya dejó el bazuco, que cigarrillo, y le dije que yo odio
el cigarrillo, y que para vicios yo no doy plata. Tremendo personaje.
"¡Melquisedec!" Así me llama a veces la novia del
primo mayor, a veces me dice primo, pero como está la hija del primo, ella no
se atreve. Porque un día no me dijo 'Melquisedec', sino que me dijo 'primo' y
estaba la primita ahí presente, y se la quedó viendo maluco, porque yo no soy
primo de ella. Pero más que me digan 'el primo' por parentesco, ya se convirtió
en un seudónimo, mejor dicho, en un apodo. Pero a mí no me molesta, como
quieran decirme está bien, hasta los que no son primos me dicen 'primo', de
todas maneras toda la raza humana es una sola familia, por eso a veces no me
cabe en la cabeza cómo puede ser posible que nos matemos entre nosotros mismos.
Cuando llega el sábado salgo más temprano de la fábrica, porque
la fábrica tiene horario administrativo, ya que es una empresa como tal, además
que el primo estudió administración de empresas, pero ya después de él haber
adquirido la experiencia como empresario, solamente fue para que le dieran el
título, y para tener más créditos, y cuando estaba en las clases, los
profesores decían una teoría en el campo administrativo, entonces el primo en
toda su experiencia les decía que en teoría era una cosa y en la realidad era
otra, es decir, que si el primo fuera un poco más disciplinado podría hacer una
tesis donde desbarate muchas tesis en el campo administrativo que aún enseñan
en las universidades como una verdad. Entonces como él era empresario y tenía
una fábrica y los profesores no, entonces los profesores no se atrevían a
contradecirlo, porque es que la experiencia no se improvisa.
Así que salimos a las dos de la tarde los sábados, vamos al
mercado, hacemos compras, el primo menor y yo nos vamos hacer todas las
diligencias los sábados, porque los Domingos no trabajamos y así dejamos todo
listo para el Lunes. A veces el primo menor se desespera porque se quiere
encontrar con la novia, porque los sábados son noche de locura para él, y
también quiere compartir con ella en el almuerzo y la cena y merienda si es
posible. Por eso el primo menor se desespera, porque eso no lo ve todos los
días. A veces yo también quisiera terminar rápido la labor, pero no me afano,
de cierta manera tengo un poco más de experiencia en ese sentido, y como estoy
con mi mujer todos los días, entonces no hay problema, sé que la veré todos los
días, hasta quedar totalmente hastiado, bueno, todavía no ha llegado el momento
del hastío, tampoco tendría porqué llegar, ya que el hastío llega cuando las
mujeres joden mucho o se ponen demasiado cómicas, aparentando no querer estar
con uno, y cuando uno decide no querer estar con ellas empiezan a llamar y a
buscar a uno, pero ya para qué, ya es tarde. Todas esas instrucciones se las doy
al primo menor para que la coja más suave. Y él me dice: "Así es primo,
así es."
A veces el primo quiere cerrar la fábrica, pero entonces
recuerda la antigüedad de la marca, más de medio siglo labrándola, como para
que se pierda en un par de segundos por haberse dado por vencido. Un empresario
no debe darse por vencido, un empresario debe seguir arriesgándose, debe seguir
venciendo los obstáculos, aún más cuando ha sido un gran generador de empleo.
Cuando ha realizado una tarea recíproca con sus empleados, donde cada uno de
ellos pudo vivir y seguir adelante cuando la fábrica estuvo en todo su
esplendor. A veces la gente se pregunta que cómo puede ser posible que otras
fábricas se mantengan, y podríamos hablar de varios factores, uno de ellos es
no ser egoístas y no evitar la libre competencia, porque cada persona debe
crecer también si es emprendedor, por ejemplo, de la fábrica han salido grandes
emprendedores que ponen su negocio de confección independientemente, aunque
esto no afecta a la fábrica tanto, porque la gente sigue llegando, al
contrario, quizá la fortalece en algún sentido, porque a veces la fábrica los
contrata para que le confeccione, porque al fin y al cabo la antigüedad de la
marca no se improvisa, y todos los contactos o clientes depositan su confianza
en la fábrica, por su calidad y servicio por décadas. A la fábrica deberían
darle un premio, y el Estado debería también hacer un préstamo para que la
fábrica con toda su experiencia produzca el triple. Bueno, la competencia
podría ser un factor, pero no es un factor de peso. Existe otro factor, y es
que el Estado cobra más impuestos a los pequeños empresarios, que a los grandes
monopolios y oligopolios, entonces existe una gran desproporción, este sería un
factor de peso. Otro factor con peso y una total realidad, es que algunas
empresas se dedican al lavado de activos, y por eso nunca caen, pero en la
fábrica no se debe hacer eso, porque estaría faltando a sus valores y
principios, a su ética, sería un autoengaño, una competencia tramposa. Otra
trampa es que algunos se empatan con la política y sin moral alguna contratan
con el Estado.
La economía en este sentido resulta ser un campo complejo,
porque todos necesitamos comer, pero tampoco debemos monopolizar, ni tampoco
destruir la competencia, todos debemos crecer, diría que es un derecho
fundamental, que todos crezcamos al mismo tiempo en nuestro emprendimiento.
Quizá aquí radica un gran problema, y es que todos queremos acaparar todo, que
todo sea para uno, sin pensar de que vivimos en un colectivo, donde todos
debemos crecer. Hay gente que verdaderamente lucha, y producen su pan con total
honestidad. Pero existen otros lagartos que se hacen llamar empresarios, y
hacen del arte de la política: una empresa. Entonces la prostituyen, y su éxito
es falso, y financian a los políticos, para que estos cuando aspiren y salgan
electos, les den los contratos usando la ley, entonces: ¿Dónde está la
genialidad de estos supuestos empresarios?, bueno, quizá en la tramoya, el
chanchullo, y así se enriquecen, y entorpecen la economía de un país, por ende
su verdadero desarrollo, llevándolo cada día a la debacle.
Cuando el primo amanece aburrido, y dice que la cosa está mala,
empieza a decir que va a cerrar la fábrica, entonces la novia le dice:
"Deja de estar diciendo tanto que vas a cerrar la fábrica, ¡ciérrala y ya!
Yo me busco otro trabajo, ¿por qué cuando hay clientes no dices que la vas a
cerrar? ¡Hay tiempos buenos y tiempos malos!" Y el primo dice: "Estoy
aburrido de esta vaina. ¡Voy a cerrar esta mierda! ¡Nojoda!" Y ella dice:
"¿Quién sabe porqué carajos estás aburrido? ¡Qué! ¿No te contestó la
otra?" "Respete, ¡Respete para que la respeten!¡Qué otra ni qué
carajos! Con tantas deudas y problemas piensan que uno va estar pendiente a mujeres.
¡Esta vaina no está produciendo mija!" Y ella dice: "Bueno, ciérrala
y la arriendas." Y contesta: "¡A mí no me vas a decir lo que tengo
qué hacer con lo mío!" Y ella responde: "Este tipo está loco, él
mismo está diciendo que la va a cerrar." Entonces dice él: "¡Qué
locura! Primo, vámonos hacer una diligencia mejor." Y ella contesta:
“¡Jum! ¿Quién sabe qué tipo de diligencia? Con el primo alcahueta que le tapa
todo, eso del aburrimiento y de dizque cerrar la fábrica es puro parampampan,
¿Quién sabe con qué putas se irán a encontrar?" Y dice él: "¡Nojoda!
¡Dios dame paciencia con esta señora! ¡Siempre piensa en lo malo! ¡Quien las
piensa es porque las hace! ¡Vámonos primo!" Entonces ella dice: "¡Yo
también me voy! ¡Yo no soy ninguna boba!" Entonces se va y nos toca
quedarnos a mí y al primo en la fábrica, y después como a la media hora regresa
ella a la fábrica. Y yo me digo dentro de mí: "Pobre mujer, la van a
volver loca, o el primo se va a volver loco."
Y llega el primo menor y ve las caras largas y me pregunta: "¿Qué pasó por ahí primo? ¿Estaban discutiendo qué?" Y yo digo que algo así. Y dice el primo menor: "¡Ñerda! Es que las mujeres joden mucho." Bueno, baja la temperatura, entran las llamadas, y todo continúa como si nada hubiera ocurrido, así somos en el Caribe, peleamos, y luego nos volvemos hablar, somos demasiado tolerantes con nosotros mismos, y al rato recordamos entre todos las disputas y nos morimos de la risa, y eso es lo que mantiene a la fábrica en pie, sobreviviendo, dando todo lo que puede. Porque la experiencia no se improvisa, y nuestra mamadera de gallo tampoco.
Por José Antonio Támara León.
El Escribidor.
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