Incendios...
Incendios...
Algunos se indignan, amor,
Porque en la justa causa del pueblo,
Se dice,
Que se debe incendiar el Congreso de la República,
Y el pueblo está en su derecho, porque el pueblo es Ley.
Sin embargo, ¿quiénes se indignan?
Nada más y nada menos que los ladrones de cuello blanco.
Algunos se indignan, amor,
Porque se ha dicho que se debe incendiar el Concejo Distrital de Cartagena de Indígenas,
Quizá, esto no haga referencia a la edificación,
Sino que a las personas que ostentan dicho cargo.
¡Es un descaro que se indignen!
Porque todos los corruptos son merecedores de morir incinerados,
¡Qué los quemen a todos!
Y que el fuego crezca cada vez que echen un cuerpo.
Tíos, hermanos, abuelos, padres, madres, hijos,
Porque cada vez que en su brutalidad ellos maten a uno de nosotros,
El mundo deberá arder.
Ojo por ojo y diente por diente,
Mano por mano y pie por pie,
Porque ellos aún tienen dureza en su corazón,
Y que me perdone Jehová y Jesús Cristo:
Pero, se debe hacer, porque luchamos contra demonios encarnados.
Y se tendrán que arrodillar todos ellos y pedirnos misericordia,
Pero nuestra soberbia no nos permitirá tenerles compasión,
Porque ellos no la han tenido,
Les habrá sido mejor morir por coronavirus.
Y aumente el fuego, y que también las edificaciones se consuman,
Porque con el dinero que ellos se robaron las volveremos a construir.
Ellos nos quieren tocar, me quieren tocar,
Adelante, les digo, pero también morirán como nunca antes ha muerto alguien,
Se convertirá en leyenda,
Y la humanidad recordará como murieron,
Como les quitaron la piel,
Como los torturaron,
Como los cortaron con cortauñas,
Como los cortaron en pedazos y,
Les echaron gasolina, y los quemaron.
Porque no podrán escapar,
Porque no podrán salir del mundo,
Y les será más penoso que los desaparezcan en otras tierras.
Mi corazón es inmenso y bondadoso y benévolo,
Pero lleno de ira es desquiciado aunque me toque también morir.
Todos ustedes tendrán que sentir la cólera del pueblo enardecido,
Y el pueblo se encargará de exterminarlos,
Porque ninguno de ustedes quedarán,
Porque ninguno de ellos quedará para contarlo, amor,
Ni sus descendientes, ni sus ascendientes,
¡Porque la ira del pueblo será al unísono y con intenso dolor!
Por José Antonio Támara León.
El Escribidor.
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