El Poder…
El
Poder…
Hace algunos días he venido
pensando sobre el poder, y he querido escribir sobre el poder, por eso he
venido encajando las ideas en el transcurso de estos días. Además que leyendo ‘Leviatán’
de Thomas Hobbes me he encontrado con una definición de poder casi parecida a
lo que yo he venido pensando, pero obviamente dentro del contexto actual y
basado desde lo que he observado desde mi misma experiencia:
Pensaría yo que el ser humano
ha ejercido en su mayor parte el poder de manera arbitraria y egoísta durante
el transcurso de la historia. Diría yo que el ser humano no ha estado preparado
para el poder, o quienes han ejercido el poder en su mayor parte han sido
desafortunadamente los más tarados y egoístas. Aquellos imbéciles que se les
sube el poder a la cabeza y se sienten los dueños del mundo, como Nerón, por
ejemplo, entre otra caterva de desadaptados durante toda la historia. Pero este
es el poder político o más bien politicastro. Sin embargo también existen otros
poderes, más allá de los bienes materiales o de las riquezas que acumula la
humanidad que son extraídas de la tierra, existe la riqueza del espíritu, la
cual es más poderosa que cualquier otra riqueza material, y esa riqueza del espíritu
se cultiva entrenando al intelecto, trabajando en él y con él, así como los que
trabajan para conseguir riqueza material y se sienten realizados por esto, hay
quienes cultivan las riquezas abstractas, dejando las riquezas materiales en un
segundo plano porque ellas llegan por añadidura cuando se ha cultivado el
intelecto.
Dar una definición de poder es
un poco compleja, puede resultar extensa, porque hay mucho que decir, sin embargo
podría decir algo sucinto como para tener más o menos una idea. El ser humano
ha tergiversado el uso del poder, quienes han dirigido al mundo lo han
desvirtuado, pocos han sido quienes han manejado bien el poder, como el sabio
rey Salomón, por ejemplo. Porque para ostentar el poder se debe ser justo y
equilibrado e imparcial, ya que quien lo ostente será el representante de toda
una colectividad que está integrada por personas de diferente pensar e ideas.
Lastimosamente los egoístas son
quienes más lo han ostentado, por eso el uso del poder está mal empleado y
actualmente tenemos los resabios históricos del mal uso del poder. Por eso en
su mayoría seguimos siendo dirigidos por ineptos, que solamente piensan en su
yo y en los de su círculo, como si el mundo fuera de unos cuantos y más en
estos tiempos donde existen los Estados y las Democracias. Porque quienes
ejercen el poder lo han utilizado para enriquecerse, obteniendo el dinero fácil,
haciendo empresas ficticias en nombre de otros pero que son de quienes tienen
el poder, y así se reparten los contratos del Estado y a un sobrecosto
vulnerando el erario que sale de los impuestos que cobran a la colectividad que
pertenece al Estado. Entonces se acostumbraron a esa zona de confort de manejar
el poder de esa manera tan paupérrima, propia de los holgazanes, de los parásitos
que viven del sudor de otros, es decir, del sudor de esa colectividad que paga
impuestos. Entonces un porcentaje poco considerable es el que invierten en las
necesidades del Estado, refiriéndome a todo aquello que filosóficamente se
considera Estado, como las personas que lo conforman, y las instituciones que ejercerán
justamente los recursos para que vivamos en un Estado cómodo, con oportunidades
y acceso hacia todo lo que el Estado necesita, utilizando los recursos
naturales de ese Estado que son su riqueza, sin alterar inescrupulosamente el
entorno del mismo.
Entonces, este mal uso del
poder tiene inconformes a muchos, aquellos que se han dado cuenta que el poder
no se está ejerciendo con justicia y sabiamente, sino que con el mero capricho egoísta
que genera el amor a los bienes materiales, como ostentar riquezas, ya sean
grandes y grandes hectáreas de tierra, ser falsos empresarios de alguna
actividad y tener el monopolio de esa actividad y ser el dueño del mundo para
poder medio llenar el vacío que nunca logran llenar porque la avaricia los ciega
y no conocen los asuntos del espíritu, porque no les interesa, ya que son
amantes del dinero y el crecimiento del espíritu lo consideran asuntos para los
estúpidos, por eso, en Colombia, por ejemplo, hemos tenido uno que otro
neardenthal con falsa sabiduría y con ínfulas de inteligencia dirigiendo este país.
El poder no fue creado para
los imbéciles, sin embargo en su mayor parte los imbéciles son quienes tienen
el poder, y ellos de manera inmisericorde juegan con la vida del resto de la
humanidad. Muestra palpable de eso es la pandemia llamada coronavirus, uno de
los tantos miles de ejemplos con que los atarvanes del poder han atropellado al
resto de la humanidad, porque nos encontramos en manos de gente desquiciada,
que quiere acumular riqueza, pero que destruye el mundo, y no construye como
debe ser su entorno, entonces uno se pregunta: ¿Para qué acumulan riquezas y
queman el amazonas si después no van a gozar esa riqueza porque el mundo será
invivible? Y otros asuntos parecidos, no tiene sentido, entonces nos damos
cuenta realmente que el mundo está siendo dirigido por puros tarados porque la
avaricia los tiene ciegos, y carecen de humildad.
Pero gracias a Dios, o al Magnánimo
YHWH, o al Universo, o al Atman, o al más allá, hemos conocido el verdadero
poder que muchos tarados gobernantes del mundo desconocen y, es, el poder del Espíritu.
Quizá para ellos estas sean locuras, pero son ellos en realidad los demonios
del mundo, sus actos nos permiten conocerlos, porque ejercen el poder de manera
egoísta, cuando el poder debe ejercerse por amor a la humanidad, o en caso de
los Estados: por amor a la patria. Pero ellos esto no lo entienden porque no
quieren entenderlo, les queda difícil despojarse de las cosas materiales,
porque estas los llenan un poco y sienten que son importantes en esta vida y en
este mundo que ellos no logran comprender, porque se olvidaron de cultivar los asuntos
del espíritu.
¿Cuál es el poder del Espíritu?
El poder del espíritu está en una parte muy intrínseca del ser, es abstracta, pero
muchos no la desarrollan, pero la tienen por mucha maldad que tengan; el poder
del espíritu se refleja en la moral, en los principios, en los valores éticos que
son difíciles de debatir, por eso cuando los malos descubren que tienen el
poder del espíritu, muchos no soportan haber hecho tanta maldad y se suicidan,
otros mueren depresivos con una culpa intrínseca que no logran entender,
algunos enloquecen por tanto remordimiento de conciencia, otros más fuertes se rehúsan
aceptar la culpa y a justificar su maldad, sin embargo, mueren engañados en sí
mismos, que al fin y al cabo uno lo que
puede llegar a sentir por ellos es lastima.
Entonces, quienes más o menos
conocemos el poder del espíritu, sabemos que los malos no lo han desarrollado
pero lo tienen, por eso lo que hacemos es censurar a los mefistofélicos, para
que con ayuda de la censura contundente que les lanzamos, ellos despierten ese
sentimiento, y entonces se sientan culpables, porque lo son, quizá esto nos haga
parecer más maquiavélicos que ellos, pero no, estamos aquí para censurarlos,
para mostrarles la verdadera riqueza, que no es esa la que se come la polilla,
la que al morir queda y se esfuma, que no logra limpiar el nombre, porque nada
de lo que obtuvieron usurpando en vida les pertenece, y con lo que no les
pertenece no pueden limpiar su nombre, y su nombre quedará con esa mácula eterna
o quizás el tiempo borre ese nombre, porque llegará el tiempo en que a la
maldad y a sus malos no valdrá la pena recordarlos.
Pd: Simón
Bolívar comprendió con ayuda del amor, que las riquezas materiales no son nada,
absolutamente nada si no existe el verdadero amor. Por eso renunció a sus
tierras que tenían minas de oro, a los títulos de su clase social o abolengo,
porque no había poder más grande que el amor de todo un pueblo (Basado en lo que imparcialmente expone uno
de sus generales en ‘Memorias de Bolívar’: General Ducoudray) al cual
decidió liberar usando toda su influencia aristocrática (ironías de la vida), pero
que luego fue traicionado a los años de lograr la libertad, por aquellos que
quisieron ejercer el poder de manera egoísta, y ahí empezaron los verdaderos
problemas de la Gran Colombia.
De José Antonio Támara León.
Escribidor y Poeta.
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