Relato para Soesja...
Su nombre se escribe Soesja, y se pronuncia Zuyía, en mi lengua madre. Como dice una amiga de ella, Soesja es de otro país, no importa de cuál, ella es de otro país, es del mundo, seguramente su país es el mundo, como el mundo es el país de muchos. Tiene veinticuatro años, en la plenitud de la vida, en la edad de los veinte, donde está la verdad, porque es la segunda adolescencia. Su estatura está casi en los uno con setenta centímetros, casi. Su piel es dorada, es un sol. Su cabello castaño claro, sus ojos azules como el azul del cielo que se refleja en el mar, La Mar. Sus cejas delineadas y arqueadas, sus labios candentes, su nariz empinada, sus pómulos y sus cachetes rubicundos, su cuello frágil, sus orejas como galletas. Sus brazos y antebrazos delicados por su delgadez y, llenos de vellos de color de oro, al igual que sus piernas y sus batatas. Sus manos, sus pies, sus dedos, su cintura, sus pechos, su ombligo, Soesja es un ser venido del más allá. Su sonrisa coqueta, llena de nobleza. Soesja es inteligente, interesante, su caminar es atractivo, su voz es agradable. Ella es una escultura, una pintura, una canción, es un libro, un cuento, un relato, Soesja es un poema personificado, parece hija del Sol, porque le encanta el Sol. Y en su piel no existe tatuaje alguno.
Sin embargo, más allá de todo lo descrito, y que seguramente me quedo corto de palabras, Soesja apareció en un momento crucial para mí. Estaba yo superando una crisis emocional de sentimientos, resignado por la dureza de la vida. Cuando un amor se acaba, cuando se vivieron momentos, que recordarlos son difíciles de superar, duele como si a uno le laceraran el espíritu... Entonces estaba yo ahí sentado en cualquier lugar del mundo, no importa cuál lugar, lo importante es que estaba en cualquier lugar del mundo, así que Soesja llegó a ese lugar, yo estaba distraído, entonces miré, y me miró, y nos conectamos visualmente en el instante, fue recíproca la atracción, así que no nos dejamos escapar, y empezamos a conocernos. Pero más allá de lo que conversamos con dialéctica, nos conectamos más con la mirada. Hablamos de política, de geografía, de culturas, de historia, de música, de poesía, de ciencias, de economía, de ella, de mí. ¡Qué interesante mujer!
Bebimos, bailamos, fumamos, cantamos, caminamos, comimos, fuimos libres, nos consumimos plenamente en tan pocos días que parecieron años. Pero más allá de todo aquello, algo que me pareció interesante, y no es que yo sea supersticioso, pero que vale la pena resaltar, es que, Soesja resultó ser de mi mismo signo zodiacal: Acuarius. Me sorprendió, porque mi mismo signo me persigue y me halla y me encuentra y me captura. Entonces fue cuando entendí y comprendí el porqué entre Soesja y yo hubo empatía y demasiada reciprocidad.
Algo interesante que me pasó con Soesja, es que alguna noche, ya casi todos los bares estaban cerrados, solamente había uno abierto, y estábamos con otros amigos, y adivinen, entré a un bar gay queridos lectores. ¿Ustedes se imaginan al Escribidor Antonio Támara León entrando en un bar gay de Cartagena de Indias y bailando 'fiesta, fiesta, rumba rumba gay'? ¡Hágame el favor! Pero, eso no importaba, y era más a mi favor, porque ningún hombre ahí miraría a Soesja, todos eran gays; más bien me miraban era a mí, pero Soesja no se ponía celosa por eso, ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! Vi muchas cosas extrañas en ese bar, y en el baño ni se diga, pero bueno, yo quería estar con Soesja, y valió la pena entrar, un caso excepcional, grata experiencia.
Para mí Soesja no es cualquier persona que llega y se va, es un ser que marcó mi vida en un tiempo corto pero profundo. Seguramente nos volveremos a ver, quizá ella algún día regrese, o quizá algún día yo vaya, o quizás algún día nos encontremos casualmente en cualquier parte del mundo. Escribir esto es reencontrarme con Soesja, no sé por qué escribo tanto: ¡Soesja! ¡Soesja! ¡Soesja! Ese nombre no se borrará de mi cabeza, seguramente su nombre es un logos muy fuerte que penetra mi mente, ha quedado estampado en mi pensar, y me parece un nombre maravilloso. ¡Oh Soesja! Tú me consolaste sin saber tú que me encontraba triste, me diste felicidad, calmaste mi angustia, me valoraste como a un verdadero ser humano, me diste mi lugar, tú sí sabes amar Soesja, tampoco necesitas decirlo, los actos dicen más que mil palabras. Y no quiero terminar este relato, porque este relato me trae tu actual ausencia, y me une a ti desde la distancia. Tú has hecho que mi pluma de Escribidor mejore.
Pienso, que el Magnánimo Jah te guió hasta mí y te dijo: "Soesja, ve donde Antonio, y dale el amor que le corresponde." Y así pasó. Viniste. ¡Y qué toda la gloria sea para Jah! Estuviste en mi morada, en mi lugar de habitación, mi esotérico rincón, mi secreto mundo, donde escribo, donde leo, donde sueño, donde bebo, donde fumo, ahí donde medito, donde escucho canciones, ahí estuviste Soesja, y tu recuerdo permanecerá ahí impregnado en mi humilde espacio lleno de letras, y ahora marcado por tu ser.
Para terminar Soesja, quiero decirte lo que ya te dije personalmente, con besos y abrazos, con tiernas miradas y amorosas sonrisas. Porque ahí mismo donde nos conocimos, ahí mismo nos despedimos, ahí abrimos, y ahí cerramos. Por eso quiero darte las gracias por esta experiencia sui géneris, porque nos dimos sin esperar nada a cambio, no nos prometimos nada, no esperamos nada, solamente tú y yo decidimos vivir y nada más, nos dimos mutuamente lo que ambos también quisimos recibir, pero sin presionar, solamente dejamos que todo fluyera, y fluyó, diría yo que así deberían ser los bellos amores, darnos sin expectar, darnos porque nos nace darnos. ¿Y sabes qué es lo más bonito de todo esto Soesja?: que nuestra despedida no fue de lágrimas, sino de sonrisas y miradas tiernas, dando entender nuestra gran satisfacción, y luego un silencio sonriente, como si ambos estuviéramos convencidos: de volvernos a ver. Y te fuiste yendo, y yendo, y yendo, hasta que te esfumaste. El mundo entero nos vio, mi mundo, más bien. Por ahora, buen viento y buena mar, La Mar. Soesja.
De Antonio Támara León.
Escribidor y Poeta.
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