Fumar y el Amor...

Me parece que empecé a fumar a los 13 años cigarrillo. Pero lo odié, me causó aversión y repugnancia. A los 14 años empecé a fumar marihuana incansablemente, fui un fumador empedernido de marihuana, así duré más de dos años, suavizando la garganta y los pulmones. Pero antes de los 13 años, alguien me iba a leer la suerte, y compré un tabaco, y lo prendí, y me dijo que soplara el tabaco, y me pareció desagradable, y quedé mareado, y nunca más quise acabar el tabaco soplándolo, no hay como fumar verdaderamente un tabaco como si lo estuvieras respirando. Luego, con mi padre, en algún momento de fiestas, nos fumamos un tabaco, él había comprado un paquete. Yo me sorprendo de mí mismo, porque antes de ayer me fumé un tabaco, y hoy no estoy desesperado por fumarme otro. No me interesa. Sin embargo, si alguien me trae uno, me lo fumo, si en mi casa tuviera una caja de tabacos me la fumaría toda, eso sí, tardaría muchos años, porque no es mi afán. Pero en el amor es algo distinto, si tengo el amor diariamente, entonces diariamente consumo el amor. Pero si el amor no está diariamente, entonces, no me afano por buscar el amor, el amor por lo general me busca, y yo no lo dejo ir. Y cuando lo tengo, el amor lo consumo plenamente, así como plenamente consumo el tabaco cuando llega. En una eterna noche.

De Antonio Támara León.

Escribidor y Poeta.