Mi espíritu de Escribidor y de Poeta

Bueno, yo siempre he sido un tipo romántico, desde que mi mamá me parió, porque ese día lloré cuando el Doctor me pegó un palmetón, y sentí la necesidad de gritar para protestar contra tremenda agresión física, además porque me cogió por los dos pies como si fuera un pollo para el sancocho, ahí fue donde se estimuló mi pasión, mi romanticismo, mi rebeldía, y el grito que doy en contra de las injusticias. Pero por un lado el palmetón del Doctor sirvió porque eso me motivo para la lucha, y de vaina no mandé a comer mondá al Doctor porque todavía no conocía esa bella palabra, además porque aún no hablaba español. También me indignó ese día, porque yo nací blanco, y las enfermeras dijeron que iba a ser negro, dizque porque nací con las chácaras morenas, que yo iba a ser como el golero, pero bueno, por lo menos el golero vuela y mete presión y los otros animales no se lo comen porque sabe feo, sin embargo, ese no es mi caso, porque yo tengo un sabor sabroso. Total, que ahí empezó todo, mi espíritu de Escribidor y de Poeta que se activó al nacer, porque ya lo traía en cada una de mis células.
Partiendo de ahí, empecé a sentir tremenda atracción por todo mi entorno. Me maravillaba y emocionaba, estaba viviendo, no podía creerlo, en mi niñez alguna vez dudé de mi existencia, y me decía: "Por qué yo existo, no puedo creerlo, y si no hubiera existido, cómo sería, no, ¡imposible!, tenía que existir." Dudaba de que yo era yo, y pensaba que las otras personas eran un yo diferente. Y empecé a hacer preguntas, porque siempre he vivido intrigado por la vida. Mi madre me decía que Dios nos trajo, y que cuando uno muere va al cielo, y que cuando uno sueña sale nuestro espíritu del cuerpo, y yo vivía maravillado por lo que me decía mi madre, y decía: "¡Guau!" y después yo iba y lo contaba a mis amiguitos, y empezábamos a indagar sobre la vida, y nos imaginábamos a los perros con espíritus, y que se les salían cuando dormían, y una cantidad de cosas. Pero ahí estaba la imaginación, y la necesidad de contar mis curiosidades. Y mi abuela Carmelina me decía que todos los animales tenían su dueño en el cielo, el perro, el gato, la paloma, entre otros. Y que el dueño de los perros era San Roque. Pero en aquel entonces no sabía ni leer ni escribir.
Y siempre fui romántico, yo le contaba a mi madre todos mis amores platónicos. Y la traga que yo me pegaba solo, y me las imaginaba besándome con ellas, y con hijos, y yo trabajando y ella atendiendo a los pela'os en la casa, lavando, planchando, cocinando, y yo tomando cervezas con los vales, y con muchas mujeres, pero cumpliendo con el deber de la casa, así como lo indica el sistema, el patriarcado del que hablan las feministas.
Y yo vivía enamorado de una niña del barrio, de Grace, y yo le decía a mi madre que me hiciera el dos con Grace, que yo estaba enamorado de Grace, cuando yo veía a Grace, era como ver lo más lindo que tenía el universo. Entonces mi mamá habló con Grace, y le dijo que yo estaba ilusionado con ella, y le dijo a la mamá de Grace y todo, y después en mi imaginación Grace era mi novia, el asunto es que ella nunca supo que era mi novia, a veces recuerdo estas vainas y me cago de la risa, porque uno de niño tiene tremenda imaginación. Y recuerdo que para ese entonces estaba teniendo una relación estrecha con mi padre, y mi madre me llevaba los fines de semana, y allá estaba mi primo Pablo y yo le hablaba de Grace, y se la describía, y le decía que era lo más lindo que tenía la Loma del Diamante. Y luego me inventé que Cindy era mi novia, dizque para poner celosa a Grace. Entonces eso se regó por todo el barrio, y todo el barrio sabía menos Cindy, ella fue la última en enterarse que éramos oficialmente novios, entonces Cindy me vio y me reclamó y me dijo que ella no era ninguna novia mía, ¡qué dejara la locura! Casi que me pega, y después me mamaban gallo los vales, ¡el novio de Cindy! ¡El novio de Cindy! Y a Cindy le decían: "¡La novia del Chicho! ¡La novia del Chicho!"
Siempre he sido muy sensible, pero también tengo carácter fuerte, quizá también debido a esa misma sensibilidad. Así que mi papá me metió a estudiar en el Señor de los Milagros, no sé si era para que el señor hiciera un milagro conmigo. Ahí entré en cuarto de primaria, tenía diez años, y ahí también vi a la niña más linda del universo, su nombre era o es: María Bernarda, pero ella estaba en quinto de primaria, y recuerdo que esa fue la primera carta que escribí en mi vida, a los diez años de edad, mi primo Pablo era mi confidente, a él le contaba todos mis amores platónicos, y me animaba, recuerdo a miles y miles de esos amores. Así que le escribí la carta a María Bernarda y se la metí por debajo de la puerta (la carta) y me vine corriendo, no recuerdo lo que escribí, pero ese fue tremendo poema, eso es lo que recuerdo, y la carta la dejé en el anonimato. Y mis mayores decían que a mí me gustaba mucho el colegio, porque hasta lloviendo iba, y que de vainas no iba los sábados y los domingos y los lunes festivos o días festivos, pero era para ver a María Bernarda, que me miraba con indiferencia, pero eso era lo que más me gustaba, si supiera que yo soy el de la carta, me decía a mí mismo. Recuerdo que estudiando ahí, me pusieron una tarea, la seño Ruby, hasta la seño Ruby me gustaba, me parecía interesante como enseñaba, creo que había una atracción mutua. Porque es que yo siempre he sido romántico. Entonces me pusieron una tarea de lengua castellana, necesitaba entrevistar a una persona, debía ser una persona real, y yo no hallé a una y se hizo tarde y yo vivía preocupado porque no terminaba la tarea, tanto así que me puse a llorar, entonces mi papa me dijo: "¡Deje la lloradera, no sea huevón!" Él me ayudaba a veces a hacer las tareas, entonces me dijo que buscara el cuaderno, y empezó a inventar una historia, y yo le dije que así no debía ser, que debía ser real, entonces me dijo que la profesora no iba a saber, así, como buen abogado, entonces se inventó la historia de un carpintero, y ahí me di cuenta que yo podía inventar historias, que no todo debía ser al pie de la letra como mandan las academias, así que llevé la tarea y la profesora como que se la pilló, porque sonrió socarronamente, y me preguntó y yo le dije que ese fue un señor carpintero que entrevisté y que vivía por mi casa, después no preguntó más y ella me puso buena nota. En ese colegio terminé la primaria, y estando en quinto de primaria llego otro amor platónico a mi curso: Yerina. Tenía una voz chillona, pero era encantadora y amable. Y bueno, esto es algo breve como para hacer un retroceso de mi vida y responder el por qué mi espíritu de Escribidor y de Poeta.
De Antonio Támara León.
El Escribidor.

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