Entre la vida y la muerte...

Estuvo departiendo con conocidos y desconocidos en una plaza de cualquier parte del mundo, en una plaza más antigua que la edad media, y que ahora en el siglo XXI continúa intacta tanto su arquitectura como su pensamiento retrógrado de la edad media de la curia. Llegaron varios hombres, un par de ellos en moto y otros a pie, uno de los hombres de una de las motos sacó un arma de fuego para matarle, entonces él en cuestión de segundos se abalanzó a los sicarios y logró desprender el arma de la mano de los matones, ésta cayó al piso y se hizo un disparo, y algunos corrieron, incluyéndolo a él, y corrió y corrió y corrió. Habían casas republicanas, las cuales escaló y empezó a volar techos, y los matones lo perdieron de vista. Así que bajó uno de los techos de una de las casas republicanas, esa era alta y era de noche, de madrugada, parecía un gato, parecía que estuviera en Manga caminando sus calles. Y caminó y caminó y caminó, caminaba hacia nosotros con rumbo a casa, en vía de regreso.

En el camino a mano izquierda se encontraba la ciudad, a mano derecha habían tierras, muchas tierras, fincas, bosques, árboles, muchos caminos, la ciudad se hizo alta, y el bosque menos alto que la ciudad. De repente apareció un camino hacia las tierras llenas de hierba, pero él siguió en el centro, entre la ciudad y el bosque, pero ninguna escogió. En el camino pasó por un cementerio, parecido al de manga, vio algunos hombres en él, pero siguió, quienes quisieron asesinarlo ya estaban a una distancia considerable, tanto física como mental. Y siguió el camino, y en él encontró escaleras y subió, ahí había una amiga que nunca vio hasta ese día, y ella lo recibió como si lo conociera de toda la vida. Parecía aquel lugar un hospital en un momento. Ese lugar era un lugar donde criaban peces, y ella estaba en una no tan profunda piscina con una raya, entonces salió de la piscina, le dio un beso y lo abrazó, se lo presentó a su jefe quien se encontraba con su mujer y sus hijos en la oficina, era un europeo que tenía un negocio de peces bastante prospero, así que este señor le dio empleo.

Le fue tan bien en el trabajo, que hizo de ese negocio un éxito, con nombre y renombre, por eso él de repente se convirtió en el gerente del lugar, se hizo influyente, célebre en la ciudad, y tenía el poder de la palabra, y ahí pensó: "Ahora sí, que vengan los matones." Por eso como por arte de magia los matones aparecieron, entonces despertó.

De Antonio Támara León.

Escribidor y Poeta.

Fotografía: Camilo Rodríguez.

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