La Educación

A mí me educaron en casa. Me enseñaron a observar y a analizar el mundo exterior y el interior. Me enseñaron a descubrir y a descubrirme. A leer a las autoridades para que me convirtiera en una de ellas también. Fui a colegios y a instituciones mal llamadas educativas. Tuve profesores porque me dictaban clases y daban su breve opinión personal superflua de lo que divulgaban, y les agradezco el conocimiento que con paciencia retransmitieron a mi cerebro. Pero mis verdaderos Maestros los tuve en casa: mi padre, mi madre, mis tíos y tías, mis abuelas y mis abuelos, que con mayor dedicación me instruían y me ensañaban a instruirme a mí mismo. En los primeros años mi madre me instruía con los colores y objetos o cosas, haciendo encajar mi lenguaje. A mí me educaron en casa. Por eso, cuando ingresé a la universidad choqué con ese sistema de robots. Aprendí las letras con una Maestra que tenía su casa por colegio, y antes ya en casa me las estuvieron enseñando, una pedagogía infantil como la de ella no he conocido hasta ahora. Aprendí a sumar y restar con mi familia, mi tío me enseñó las tablas de multiplicar, mi tía me enseñó religión, mi padre me enseñó a dividir, me enseñaron principios y valores humanos. En casa me enseñaron a amar la naturaleza, el medio ambiente con todos los animales. A medida que fui creciendo seguí siendo instruido por la oratoria de los viejos, de mis mayores y por mi autodescubrirme, por mis observaciones e indagaciones. También fui callejero y en la calle he aprendido muchas cosas sin dejar de lado lo aprendido en casa, y lo que en ella seguí aprendiendo.
En casa me enseñaron a tener criterio, a no ser descriteriado, y a tener opinión personal sensata. En los debates habidos en ella me empezó a encantar la polémica, creció mi espíritu de artista, y mi amor por la humanidad. Admiro a los humildes que las universidades han otorgado títulos y de eso ellos no se vanaglorian. Y a los que ostentan sus títulos para pisotear a otros: los piso primero. Respeto a los primeros, y los segundos son causa de aversión para mí. Porque al fin y al cabo terminan no sabiendo un culo, es decir, menos de lo que yo he aprendido con la lectura.
Tuve profesores, pero más allá de profesores he tenido maestros, porque los primeros divulgan lo plasmado por los genios, y los segundos, son los genios que han nutrido los lugares que imparten y guardan todo ese saber. Maestros los que hacen trascender la humanidad, los que maduran en el pensar, e ilustran al mundo con su pedagogía innata. Maestro Cristo y Mahoma y Gandhi y Nelson Mandela y Borges y José María Vargas Vila entre otros. Usted puede ser Maestro, sólo debe creérlas, para que empiece a descubrirlo. A mí me educaron en mi casa.
De Antonio Támara León.
Escribidor.

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