Ideales… (19/10/2’024)
Ideales… (19/10/2’024)
Quien busca falsas realizaciones no puede entender los ideales. Las falsas realizaciones pueden ser perseguidas con una buena intención, como aquel que trata y trata de salir adelante de manera justa, sin robar a nadie y no tan consciente del entorno y siguiendo la propaganda que este sistema de mundo vende sobre un tal “éxito”, o, como aquellas que buscan falsas realizaciones a cómo dé lugar, aplicando la debilidad del ser humano que es la corrupción del corazón y de la mente, buscando el “éxito” ya sea con la ilegalidad, o permeando la legalidad y disfrazándose de falsos empresarios o falsos políticos. Por lo general es muy común que se defienda este método para alcanzar el supuesto “éxito,” por eso observamos la complicidad de estos actos desde grados menores hasta grados mayores y en un grado jerárquico, por eso una parte de la sociedad lo ve como algo normal, de hecho está normalizado como si ya la corrupción fuera parte de la vida, por eso muchos no se esmeran en corregirla, y así la cotidianidad sigue su curso, lo que no quiere decir que esto esté bien, la realidad más allá de la realidad que hoy vivimos, es que esto está mal, es grave, no deja que los valores del ser humano trasciendan, entonces quedan anquilosados en falsas glorias, falsas grandezas, por eso vivimos en el mundo del mitómano, en el mundo de la fachada, del oropel más puro y barato, es decir, brilla, mas no es oro. La ética es sencilla, sin embargo, cuando no aceptamos que estamos equivocados la ética se complica en uno, no porque sea complicada, sino porque uno no tiene el coraje para aceptar el error, porque no hay humildad, y es la humildad la que nos ayuda a trascender, a madurar, porque en ella que es cosa pequeña se encuentra la grandeza. Uno puede conformarse con este mundo mediocre, el mundo de la irracionalidad, porque le tenemos miedo a un mundo más grande que este, no por el tamaño, sino por la trascendencia del espíritu y comprensión de la vida, de la existencia. Entonces nos vanagloriamos en nuestra ignorancia de manera arrogante, y lo que podemos sentir por uno mismo es lástima. Cuando uno apoya un proyecto político y social, lo que espera es que la sociedad se convierta en una gran civilización. Uno no está buscando intereses particulares, a uno no le interesa, porque toda la riqueza que este mundo puede ofrecer no son nada comparada con la riqueza que uno ya tiene en el corazón, en la mente y en el espíritu, mas estas cosas son muy profundas, como diría un sabio a un Faraón: “Tu locura es más grande que toda la ‘sabiduría’ de los hombres.” Uno no busca riquezas materiales, eso es nada, vano, banal, efímero. Uno persigue un ideal, y quien lo señala a uno porque lo confunde a uno con su nimia manera de pensar no lo entiende, porque para comprenderlo se necesitan muchos sesos.
Atentamente, El Escribidor de La Loma del Diamante.
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