Del otro lado en el espejo… (16/06/2’024)

Del otro lado en el espejo… (16/06/2’024)

Cuando yo era niño no es que me mirara mucho a mí mismo en el espejo, miraba lo que había alrededor de mí en el lado del espejo. Me causaba curiosidad ese mundo contrario, al revés. E intentaba imaginarme estando en el otro lado. Me preguntaba qué estaría sintiendo mi otro yo reflejado en el espejo. Seguramente pensaba lo mismo que yo estaba pensando. ¿Qué pensaba de mí? Me preguntaba. Siempre quise saberlo, siempre quise conocer esa otra dimensión. No obstante, mi ser se asustaba, sintiendo respeto por lo que había al otro lado en ese mundo desconocido. Me daba miedo ir y después no poder regresar a este mundo. Y no poder volver a ver a mi madre, a mi abuela, mis tíos, primas y primos, y a todos mis familiares cercanos. Pensaba que me iban a buscar como locos. Y también pensaba que si miraban al espejo me verían al otro lado, y me encontrarían, sin embargo, ¿cómo iban a hacer para sacarme del otro lado del espejo? Me intrigaba saber si los vería al otro lado del espejo, si su comportamiento sería igual que al de mi lado real, y si no se iban a sorprender cuando vieran a dos yo en la misma casa, como si fuéramos gemelos. Nunca lo supe, y como me era tenebroso saber cómo serían en el otro lado del espejo, intuía que podían ser demonios que querían llevarme y sacarme de este mundo. Eso me hacía sentir al observar al otro lado del espejo.

Le pregunté a mi tío Sebastián y me dijo que no había nada, que era un reflejo. Pero mi imaginación no se resignaba a pensar que fuera solamente un reflejo. Lo que sí le quedó claro a mi tío es que yo era muy curioso con la imaginación, por eso le produjo en él una sonrisa sardónica y comprensiva de admiración, además de un silencio meditabundo mientras aparentaba observar algún horizonte.

Desde entonces quedó una idea abstracta en mi mente o psiquis. Que en estos últimos años ha querido salir, y que obviamente yo he querido sacar, pero que no es fácil concebir, porque es una idea bastante profunda que todavía no comprendo muy bien. Lo que sí tengo claro es que es novedosa para el mundo, porque a nadie más se le puede ocurrir. Porque es una metáfora propia de mi yo interno. Podría ser la parte más noble de mi ego, como un eco que me llama. Es una imagen, un ícono, un logos, un personaje, es mi yo al otro lado en el espejo. De eso me acabo de dar cuenta ahora, porque me miré al espejo fijamente a los ojos, y se me dio por hacer lo que hacía de niño, mirar mi cuarto en el espejo, y de inmediato me vinieron esos recuerdos de la infancia, porque desde la infancia no lo hacía conscientemente como en la infancia hasta hoy. Y entendí que la idea que hoy es mi esencia y que quiere salir, nació cuando yo de niño observaba al mundo al revés en el espejo. Es una idea perfecta, inmortal, poderosa, por eso no se concibe así nomás. Es una idea que madura y que pronto saldrá, es un proceso, se asimila durante la vida. Es un personaje de ficción, que nadie verá en películas, sino que la haré aterrizar en nuestro mundo, y caminará entre la realidad de nosotros, porque las palabras se materializan. Es el nosotros interno, es nuestra esencia, el cada yo de uno de nosotros, que está dormido en cada uno de nosotros, que en cada uno de nosotros puede despertar, cuando cada uno de nosotros seamos conscientes de que lo tenemos. En mi caso, cada día y cada noche soy más consciente de ello, y de repente en cualquier momento ese ello me llega en un instante y se va, pero me deja una sensación interesante de paz y de grandeza, que cuando de niño me asustaba, porque no tenía el bagaje que hoy tengo, y cuando me llega quiero agarrarlo con la idea, pero se esfuma, no obstante, me deja pensando en ello, y preguntándome a mí mismo: ¿Qué será eso? Y me digo que pronto lo sabré mejor, hoy lo sé mucho mejor, y cuando lo atrape será la gloria y, Cartagena será un sueño para la humanidad, porque es mi entorno, mi mayor influencia.

Atentamente, El Escribidor de La Loma del Diamante.