A Roxanne...
¡Oh Roxanne! ¡Oh Roxanne!
Llegaste y te marchaste tan rápido,
¡Roxanne! ¡Roxanne!
Como una estrella fugaz viniste y así te fuiste,
Y como a las estrellas fugaces pedimos deseos:
Mi deseo es volver a verte.
¡Oh Roxanne!
Eres tan tierna y entregada,
Mujer delicada, llena de pasión y de dulzura,
Nuestra única noche eterna,
Nuestro recuerdo vivo en nuestro pensamiento...
¡Roxanne! ¡Roxanne!
Deja crecer mi semilla en ti,
Para que nos fusionemos por siempre,
Para que nuestra noche sean miles de eternas noches.
Quiero volver a tocar tus manos,
Y estrechar tus dedos,
Y besar tus labios delgados que me encantan, y toda tu piel, y tu cuello, y tu ombligo, y demás,
Quiero volar sobre tus cejas,
Quiero que tus ojos me fundan,
Quiero que me toques con tus manos,
Que me apercolles con tus brazos,
Y me hagas cosquillas con tus uñas,
Quiero que te entregues a mí una y otra vez, una y otra vez, y yo a ti,
En nuestra eterna noche,
Quiero contemplar tus piernas Roxanne, quiero abrazarlas,
Quiero contemplarte toda.
Quiero agarrar tu cintura y atraerla sobre mí,
Quiero escuchar el susurro de tu voz y de tu acento,
Quiero caminar contigo por la muralla,
Y que luego vengas conmigo a la Loma del Diamante,
A mi lugar de habitación,
Ahí donde medito, donde reflexiono, donde leo y escribo,
Donde nos hicimos uno tú y yo.
Roxanne: Vuelve y concédeme una vez más el privilegio,
De volver a impregnarme de ti y en ti...
Para que nuestros cuerpos esculpidos vibren,
Y lleguen al cielo que está más allá del átomo,
Y lleguemos al Trono del Magnánimo,
Para que Él nos bendiga por siempre: Roxanne,
Porque tú eres mi estrella fugaz,
Y ese es mi máximo deseo, amor,
Concédelo: ¡Por favor!
De José Antonio Támara León.
El Escribidor y Poeta.
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