A mis tres hermanas…
A
mis tres hermanas…
Tengo tres hermanas, la
primera tuvo por nombre Jéssica, la segunda Jennifer, y la tercera en honor a
la primera también Jéssica. La primera murió en el parto, se dice que por
negligencia de los médicos. Eso ocurrió el 2 de noviembre de 1998. Tenía los
ojos verdes y era trigueña, la recuerdo como ayer. Aunque murió al nacer, no
debo descartarla, porque sería dejarla en el olvido, y en el olvido no estará
mientras tenga yo memoria y también si dejo de tenerla quedará plasmada en este
escrito, por eso digo que no son dos, son tres, porque creo en la restauración
del paraíso, en la resurrección de los muertos, y ahí aspiro y espero a volverla
a ver, pero viva. Yo nací el 10 de febrero de 1989, y para ese entonces tenía 9
años y algunos meses, recuerdo que lloré porque estuve anhelándola desde que
estaba en el útero ya que no tenía hermanos ni hermanas, y todavía hoy día me
lamento cada vez que recuerdo cuando ella se movía estando en lo más recóndito de
mi madre, quise disfrutarla pero el destino no fue como yo quise. Desde ese
momento mi sensibilidad despertó más, y empecé a odiar a la muerte con todas las
fuerzas de mi corazón, y cada día la odio más.
Luego nació Jennifer el 28 de
agosto de 1999, fue una maravilla para mí, desde ese momento se convirtió en mi
felicidad, y calmó mi dolor por la primera pérdida, tenía yo unos 10 años con
algunos meses, quizá me olvidé un poco de la primera, porque el tiempo fue
curando la herida que quedó como una cicatriz en el corazón de un niño. Fui
creciendo y disfrutando a mi hermana Jennifer, la fui formando de cierta
manera, por eso es muy apegada a mí y yo a ella, hemos sufrido y reído, y
estamos viviendo esta vida macabra, y para enfrentar a este mundo inmisericorde
la he formado, porque a este mundo hay que enfrentarlo con carácter y venciendo
el miedo, porque no hay que dejarse asustar de este sistema de cosas, es este
sistema de cosas quien debe respetarnos, por eso debemos tener entereza y
valentía, para que todo tipo de maldad se arrodille ante nuestros pies. Porque
en este mundo los débiles viven asustados, en cambio los fuertes enfrentamos
las peripecias de la vida así nos toque morir, porque estamos dispuestos a
enfrentar la muerte para vencerla, para que también se arrodille ante nosotros,
y así sigamos cabalgando en la vida… Jennifer es muy tierna y delicada,
inteligente, sagaz, con mucho discernimiento y perspicacia, hermosa y bella, es
calculadora, y está protegida por el Magnánimo Jehová. Cada día que pasa me
siento afortunado, me jacto de eso, porque noto que crece en espíritu y madura,
se hace fuerte, y eso es lo que quiero, que cada día sea más fuerte para que no
se deje apabullar de ningún cobarde. Y cuando le he hablado con rigor, es para
que despierte de algún letargo, porque uno en la vida no debe espabilar, y
estar siempre un paso adelante, no para sacar ventaja del humilde, sino para protegerse
del inicuo.
Y, finalmente, se encuentra la
segunda Jéssica, muchos han pensado que es mi hija, porque nació cuando yo
tenía 22 años y algunos meses, el 2 de junio del año 2011, por eso me sentí
padre, y sin ser padre, pude experimentar lo que se siente ser padre, tener un
hijo o hija. De hecho, ella nació al año después de haber terminado mi servicio
militar. Desde que tenía algunos meses empecé a despertar sus instintos, por
eso quizá es ella demasiado hiperactiva actualmente. También la tengo en
formación, así como hice con Jennifer, pero Jéssica es distinta, es como yo,
ella es demasiado rebelde y a su escasa edad realiza reflexiones profundas, es
astuta, y protesta con argumentos, bueno, es mi hermana, a quien le hablo diariamente,
formando su carácter, qué se podría esperar, y ahora tengo más conocimientos
que antes, por eso su formación será más rigurosa… Cuando tenía unos tres
meses, Jennifer dejó caer a Jéssica, y Jéssica dio como tres vueltas en el aire
hasta que cayó al piso, yo presencié todo con mirada de ansiedad e impacto porque
me encontraba a unos cuatro metros aproximadamente, luego la tomé del piso y la
cargué, ella lloraba; le dije a Jennifer que tenía que estar más despierta, más
chispa, sin embargo, de manera milagrosa, como si el Magnánimo hubiera metido
su mano, Jéssica no recibió ningún trauma por la caída.
Estas son mis hermanas, y son
sagradas para mí. Si alguien las toca, conocerán toda mi furia y mi cólera y
furor y repugnancia, conocerán mi ira y mi venganza. Mejor tóquenme a mí.
De José Antonio Támara León.
El Escribidor y Poeta.
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